Pos mira, el otro día un wey me dijo “¿Así nomás? ¿Agarra.me? Jajaja.”.
"Sí", le respondí "entre el ser y la nada todo es devenir: lo real se vuelve tal cuando entra en nuestras mediaciones, cuando lo nombramos, lo pensamos y lo usamos; la duda misma lo instala en la esfera de lo que cuenta, y su significado no está en una esencia oculta, sino en lo que nos permite hacer—conversar, coordinarnos, imaginarnos juntos; no es un objeto fijo, sino una forma de estar-en-el-mundo que abre posibilidades, algo que primero se despliega en la experiencia y luego recibe la esencia que nuestras prácticas le confieren; al final, no hay hechos desnudos, solo interpretaciones que organizan voluntades y miradas: así que la pregunta no es si hay “algo” detrás del nombre, sino qué puede este nombre en nosotros; si nos reúne, orienta acciones y deja huella en la memoria, entonces—para efectos humanos, que son los decisivos—sí existe."
Nah, no es cierto.